miércoles, 16 de marzo de 2011

Texto para segundo año C

El relieve y sus formas:
Soporte físico de las actividades humanas

La superficie terrestre ofrece variadas formas, tanto en sus porciones continentales como en sus espacios submarinos. Estas variadas formas se conocen como relieves.
Los procesos formadores y transformadores del relieve responden a las fuerzas internas y externas.
Las fuerzas internas comprenden, por un lado, dos grandes movimientos: los plegamientos orgánicos, que se destacan por provocar el ascenso y descenso de bloques, como ocurrió hace millones de años cuando América Central se encontraba sumergida y ascendió, actuando como “puente” natural entre América del Norte y América del Sur. También abarcan el fenómeno denominado vulcanismo, que es el proceso de ascenso a la superficie del magma o materia incandescente procedente del interior de la tierra a través de grietas y/o volcanes, y los movimientos sísmicos (temblores y terremotos), que son producto del acomodamiento de materiales, que componen la corteza terrestre, en formaciones montañosas muy nuevas, como ocurrió en América Central, en Japón y en la ciudad de Los Ángeles (California, EE. UU.).
Las fuerzas externas se encargan de modificar, desgastar, nivelar las formas del relieve de modo continuo y simultáneo. Los procesos climáticos influyen en la formación del suelo, en el desarrollo de la vida vegetal y animal, en el drenaje de las aguas superficiales y subterráneas. En el caso de la disgregación mecánica, la fractura de las rocas se explica por las variaciones diurnas de la temperatura. Durante el día, las rocas se dilatan (la temperatura es elevada) y por la noche se contraen (la temperatura es muy baja). En consecuencia, se fracturan. Este fenómeno es característico de zonas desérticas o áridas.
La erosión es el desgaste producido por la fuerza del agua o del viento. Cuando las lluvias son excesivas, los ríos se desbordan y aceleran procesos de desgaste del terreno por donde se desplazan.

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